REACCIONANDO TARDE

¿Alguna vez te ha pasado que has reaccionado tarde ante una decisión?, si hablo de esas veces que hacemos todo mal y cuando venimos a reaccionar nos preguntamos: ¿Cómo fue que hice eso?
Indiscutiblemente cuando le entregamos nuestra vida a Dios y permitimos que el gobierne sobre nosotros, el Espíritu Santo nos dirige en la vida, Él es quien nos dice en momento determinado que decisión debemos tomar o que cosas no tenemos que hacer, pero entre que nos trate de guiar y que nosotros obedezcamos hay una gran diferencia.

¿Por qué somos así?, ¿Por qué reaccionamos la mayoría de veces tarde ante una mala decisión?
Y es que es increíble las veces que nos va mal por reaccionar tarde. La mayoría de nosotros sabemos toda la teoría, sabemos que tenemos que hacer y cómo debemos hacerlo, sin embargo por alguna extraña razón la mayoría de veces reaccionamos tarde y cuando venimos a reaccionar pueda que todo esté en contra o hasta perdido.
Muchos reaccionaron tarde en su matrimonio y lo hicieron hasta que recibieron la carta de divorcio, entonces dijeron: “¿Cómo llegue aquí?”, quizá nunca se dio cuenta que la relación que llevaba con su esposa o esposo poco a poco los llevo a tomar esa difícil decisión.
¿Cuántos perdieron en su momento a la que era: “la mujer de su vida” o “el hombre de su vida” porque simplemente reaccionaron tarde?, quizá pensaste que siempre estaría allí, la trataste como quisiste sin pensar que un día se iba a cansar de tus desprecios e iba a dejar paulatinamente de amarte. Quizá creíste que estaba tan enamorado de ti, que siempre estaría allí, hiciste y desiste con esa persona y ahora que ves que ya no está y esta vez va en serio, reaccionas, pero quizá lo hiciste tarde.
Pueda que todo comenzó como un juego, comenzaste apostar unos cuantos centavos y sin percatarte la ambición y el vicio te llevo a perder mucho dinero, a perder sus bienes y hasta casi perder a tu familia y cuando viniste a reaccionar te preguntas: ¿Cómo fue que llegue hasta este punto?
Quizá creíste que eras indispensable en tu empleo y nunca pusiste todo de tu parte creyendo que no podría despedirte nunca, pero cuando vienes a reaccionar eres despedido y ahora que reaccionas te preguntas:

Cómo fue que no cambie de actitud?
Pueda que eras una persona muy entregada a Dios, tenias una verdadera relación personal con él, sin embargo poco a poco comenzaste a descuidarte, comenzaste a interesarte por aquello que no traía edificación, poco a poco sin percatarte te has convertido en el hombre o la mujer que fuiste y que no querías volver a ser, ahora cuando reaccionas no te reconoces y dices: ¿Cómo llegue aquí?
¿Por qué casi siempre reaccionamos tarde?, ¿Por qué?
¿Cuántos fracasos nos hubiéramos evitado sin tan solo hubiéramos sido más obedientes a la voz del Espíritu Santo hablando a nuestro corazón?, ¿Cuántas lagrimas nos hubiéramos ahorrado si tan solo hubiéramos reaccionado en momento oportuno?, ¿Cuántos lamentos habríamos evitado si tan solo hubiéramos sido más humildes, mas cariñosos, mas detallistas o mas determinados?
Pueda que en estos momentos te encuentras solo y triste porque no entiendes cómo fue que llegaste allí, a ese punto que nunca hubieras querido llegar pero que tus decisiones y acciones te llevaron. Te preguntas una y otra vez, de cómo fue que llegaste a eso y no entiendes en qué momento perdiste el control, no entiendes en qué momento caíste en lo que nunca pensaste caer.
No puedo asegurarte que todo volverá a la normalidad, pero si te puedo decir que Dios es capaz de cualquier cosa si así es su voluntad, no puedo decirte que así será, pero nuestra confianza en Dios, nuestra dependencia en Él, puede cambiar muchas cosas.
Lo que si te puedo aconsejar es que de ahora en adelante puedas REACCIONAR A TIEMPO, los errores que cometes, las malas decisiones que tomamos o la mala forma de cómo vemos las cosas, pueden ser evitados en el futuro.
Debemos aprender de las veces que reaccionamos tarde, no podemos estar tropezando siempre con la misma piedra. Tenemos que entender que en la vida cristiana a veces tendremos que pasar por momento muy duros creados por nuestras mismas malas decisiones, pero que esos momentos difíciles nos ayudaran a madurar y a comprender lo que no tenemos que volver a hacer.
Quizá ha llegado un momento en tu vida en donde hasta les has pregunta y hasta reclamado a Dios diciéndole: “¿Por qué no hiciste nada para evitarlo?”, pero si somos sinceros y analizamos muy bien todo, podremos percatarnos que en muchas ocasiones Dios nos alerto de lo que estaba pasando, en varias ocasiones nos hablo a nuestro corazón, poniendo esa incomodidad para hacer aquello que no debíamos hacer, sin embargo nos dejamos llevar, nos dejamos llevar por lo que en su momento creímos que era lo que teníamos que hacer o creímos que era la forma de reaccionar, ahora nos damos cuenta que no es como nosotros pensábamos, sino como Dios quería que lo hiciéramos y al no hacerlo simplemente obtendremos lo que sembramos.
Pero a pesar de todo hay algo que debemos de saber y es que Dios nos sigue amando de la misma forma de siempre, Él jamás deja de amarnos y hoy quiere que llevemos nuestras tristezas, nuestras decepciones, nuestras frustraciones y todo aquello que en este momento pesa en nuestro corazón a Él, hoy quiere que descansemos en Él, hoy quiere hablar a tu corazón y poner esa paz que tanta falta te hace, pero para ello tienes que aceptar tu realidad, reconocer tus errores y confiar en que Dios hará algo importante en tu vida, quizá no será exactamente como tú quieres o quizá sí, pero de que Dios es capaz de hacer cosas hermosas, de eso no hay duda.
Hoy es un buen día para REACCIONAR, si ya te fue mal entonces ya sabes que tienes que ir delante de Dios y si a un no habías reaccionado frente al error que estas cometiendo, hoy DIOS TE QUIERE PREVENIR, por eso te dice: ¡REACCIONA!
No te dejes engañar por el enemigo, no confíes en tu buena capacidad para hacer algo o en la suerte, ¡Reacciona antes que pierdas lo que tanto te costo obtener!, hoy Dios quiere que reacciones a tiempo para que no derrames lagrimas de tristeza y dolor en un futuro cercano.
 Por E.Fantanarrosa

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Mantén tu amor vivo

El matrimonio requiere trabajo duro. Enamorarse es la parte fácil; mantener el amor vivo es el desafío. Aquí tienes algunas sugerencias para mantener tu amor vivo.

1. Conviértete en una Persona Positiva

¿Quién quiere vivir con una pareja miserable y negativa? Es frustrante compartir la vida con alguien que siempre ve el lado negativo de las cosas. Las caras amargas y el mal humor destruyen el sentimiento de felicidad que hace del hogar un refugio.
Puedes crear alegría desarrollando un ojo y una actitud positiva. Comienza por darle una sonrisa a aquellos que amas, incluso si no tienes ganas. Yo sé que esto suena tonto pero no puedes imaginarte el impacto que tu cara tiene en otros. Hay un dicho que dice que más grandiosa que la nutrición del “blanco de la leche” es la nutrición que damos con el “blanco de los dientes” cuando sonreímos.
El amor florece en una atmósfera positiva. Así que intenta dejar de quejarte y ver lo bueno. Te darás cuenta que tu amado refleja tu nueva actitud y pronto te sonríe de vuelta.

2. Nunca Hables Enojado

Si sientes rabia eso significa que NO es el momento para hablar sobre lo que te está molestando. Cuando hablamos con rabia, nuestras emociones nos dominan. Decimos cosas que no queremos decir. Levantamos la voz y perdemos el control. He conocido demasiadas parejas que estaban furiosas y dijeron palabras que llegaron dolorosamente a lamentar.
"Basta. ¡Me voy de aquí!". "Me gustaría nunca haberme casado contigo; ¡que error!". "¡Quizás deberíamos divorciarnos!".
Aunque intentamos dar una explicación después, ("De verdad no siento eso, solamente estaba de mal humor") el daño fue hecho y quedan heridas profundas.

3. Sé un Dador

"Ahavá" es la palabra en hebreo para amor. Viene de la palabra "hav", que significa dar. Mientras más damos, más amamos.
Demasiado a menudo creemos erróneamente que mientras más recibimos, más llegaremos a amar.
Asumimos que es el precioso anillo de oro, el caro reloj, o el último aparato electrónico que recibimos de nuestros seres queridos lo que nos hace sentir especiales y adorados. De seguro es agradable recibir regalos. Pero eso no es lo que hace que el amor dure. Solamente alimenta nuestro deseo de querer más. Nos convertimos en tomadores en vez de dadores. Esperamos el siguiente regalo; anticipamos la "próxima cosa" que nos hará felices. Tan pronto como sentimos que no estamos recibiendo suficiente nos volvemos infelices. Nuestro amor de "dame más" comienza a debilitarse.
Haz crecer el amor invirtiendo en tu relación.
No dejes que pase un día sin dar. Dar no tiene que ser caro. Extiende tu mano mientras ofreces una palabra de aliento, prepara un platillo favorito, o envía un mensaje de texto amoroso "porque sí". Algunas personas guardan su atuendo arrugado para su pareja pero le dan lo mejor a todos los demás. ¡Que error! Tómate unos minutos, peina tu cabello, sácate esa remera manchada y arréglate como solías hacerlo cuando recién se conocieron. Muéstrale a tu amado que aún te importa.

4. Ve a la Persona Completa

Es fácil quedarse sólo con lo que nos molesta y nos enoja.
"¿Por qué él nunca puede ordenar?".
"¿Por qué ella nunca puede estar lista a tiempo?".
Somos indulgentes con nosotros mismos cuando cometemos un error. Ignoramos nuestras faltas y determinamos que en general, somos una persona bastante buena. ¿Por qué no hacer lo mismo con nuestra pareja?
Piensa en tres cualidades que puedes encontrar en tu pareja. (Si no puedes encontrar tres, entonces ya sabes cuál es tu tarea). La próxima vez que te encuentres concentrándote en esos hábitos molestosos, cambia la marcha. Llena tu mente con las cualidades que hacen a esta persona especial. No limites tu vista a cosas irritantes o terminarás perdiéndote todas las bendiciones.

5. Deja de Comparar

"¿Por qué ellos siempre pueden salir juntos de vacaciones?".
"¿Por qué su esposo le compra joyas para su aniversario?".
"¿Por qué su esposa prepara cenas gourmet para él, en cambio, mira lo que recibo yo cada noche?".
 
No hay veneno como el veneno de comparar vidas. A los otros parece irles mucho mejor, más enamorados, más felices y pasándolo mejor juntos. La verdad es que nunca sabes qué está ocurriendo a puertas cerradas. Además, quizás él le compra joyas pero a ella le gustaría que él pasase más tiempo con ella y con los niños, como lo hace tu esposo. Y quizás ella si prepara cenas gourmet pero todo lo que él quiere es una cena fácil, no estresante y buena conversación, como lo hace tu esposa.
Comparar nunca es saludable. Arruina nuestra felicidad y nos roba la apreciación por lo que tenemos. Estamos tan ocupados mirando las vidas de otros que descuidamos ver todo aquello por lo que debemos estar agradecidos. Si nos concentramos en aquellos a nuestro alrededor, entonces, creemos que a nosotros nos falta algo. Nos volvemos más resentidos sin darnos cuenta porqué y sentimos una corriente oculta de infelicidad.
Si soy capaz de crear una vida llena de momentos valiosos, entonces, incluso los días más difícil son aguantables, porque tengo a mi mejor amigo a mi lado. Juntos podemos construir. Juntos podemos superar. Aférrate a tus bendiciones y trae la paz a tu hogar.

 
Autor: S.J. Wolff

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Consejos para matrimonios

1. Protege a tu Mujer / Respeta a tu Marido 

La principal necesidad emocional de la mujer es sentirse protegida. Esa es la responsabilidad numero uno del marido. Eso significa hacerla sentir amada y apreciada en todo momento, ella es tu prioridad numero uno.
La principal necesidad emocional del hombre es sentirse respetado por su mujer. Cuando él llega a casa, quiere sentir que por lo menos hay una persona en el mundo que lo considera importante. Eso significa colgar el teléfono apenas él entre por la puerta principal.

2. Relacionarse Como Buenos Amigos

La clave de la amistad es que cada persona valora y respeta las necesidades y los sentimientos del otro. Valorar significa: lo que es importante para ti, es importante para mí. Esta es la clave para que tu pareja se sienta amada.

3. Recuerden Las 4 Palabras Mágicas: Escuchar, Comprometerse, Reparar y Agradecer

Acuerden una regla básica al comienzo del matrimonio: No importa cuan enojados estén, nunca se ataquen verbalmente.
Pelear con insultos sólo agrava la situación y deteriora la relación. En vez de pelear, implementen las cuatro palabras mágicas:

Escuchar: Es esencial para trabajar juntos y resolver los problemas. Deja que tu pareja hable sin interrupción y luego repite lo que acaba de decir. De esta manera tu pareja se sentirá escuchada.

Comprometerse: Esfuércense por resolver los problemas de manera que los dos estén felices con la solución. Ninguno de los dos debe sentirse presionado a aceptar el punto de vista del otro.

Reparar: Cuando se lastimen emocionalmente, reparen la brecha y remuevan todos los sentimientos de enojo y resentimiento. Busquen el 100% de la reconciliación. Un pequeño resentimiento que se repite varias veces puede crear un muro de rencor.

Agradecer: Decirle gracias a tu pareja nunca está de más. Date cuenta todas las cosas que tu pareja hace por ti y agradéceselo con sinceridad.

4. Establecer Límites Fuertes

Tu pareja es tu prioridad numero uno, no tus padres, amigos, familiares, hijos, trabajos o pasatiempos. Establece límites fuertes que demuestren que valoras tu matrimonio, y no permitas que nadie ni nada debilite tu relación con tu pareja.
Eso significa satisfacer las necesidades de tu pareja antes que las de tus padres, llegar temprano a casa para pasar un buen momento juntos, y dejar libre una o dos noches por semana para tener citas románticas.

5. Darse Placer Uno al Otro Diariamente

El matrimonio se trata de hacer sentir bien a tu pareja y de esforzarte por darle placer diariamente – de acuerdo a sus términos. Si ella dice que le gustan las lilas, no le traigas rosas por que tú crees que son más románticas.
Descubre que cosas necesita tu pareja – afecto físico, palabras de aliento, regalos, ayuda (ayuda en las tareas del hogar, haciendo diligencias), pasar buenos momentos juntos, etcétera – y acostúmbrate a darle esto diariamente.

Vas a disfrutar dando, más que recibiendo.
Autor:R.D.Heller

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Citas matrimoniales

¿Cuándo fue la última vez que tú y tu pareja salieron juntos – sólo ustedes dos, sin chicos, amigos, sólo tú y tu pareja? Si tienes que hacer una pausa aún por un segundo para pensar, eso no es bueno.
Tu matrimonio es la relación más importante que tendrás en este mundo – incluso más importante que la relación con tus hijos, ya que criar hijos grandiosos depende, la mitad de las oraciones y la mitad de un buen matrimonio. Si quieres que tus hijos terminen siendo grandiosos, asegúrate de que tu matrimonio también sea grandioso.
El matrimonio requiere de inversión constante. El matrimonio es como una cuenta de banco – la vida pondrá muchas cosas en tu camino, desafíos, adversidad, problemas. Estas cosas crean estrés en el matrimonio y hacen que nosotros saquemos dinero de la cuenta, emocional y físicamente. Entonces, es conveniente que tu cuenta de banco esté bastante llena. ¿Cómo haces los depósitos para asegurarte de que los fondos están allí? Invertir en tu matrimonio significa pasar tiempo juntos, tiempo de calidad. Tener citas dentro del matrimonio es una herramienta importante.

Consejos prácticos:
  1. Haz tu cita una vez a la semana, el mismo día cada semana. Si el miércoles es la "noche de la cita", contrata a una niñera todos los miércoles. Si tienes una invitación para hacer algo, o una reunión es programada, dices "no", es mi noche de citas con mi pareja. La noche de citas es sagrada.
  2.  Tomen turnos para planificar la cita. Una semana decides tú adónde ir y qué hacer, la semana siguiente tu pareja. Puede ser cena y espectáculo, o puede ser tan simple como ir de excursión, de compras, o a tomar un café, la idea es pasar tiempo juntos, sólo ustedes dos.
  3. Tienen permitido hablar sobre los chicos, pero sólo durante los primeros quince minutos. ¿De qué otra cosa podemos hablar? Bueno, antes de tener a los chicos, ¡debe haber habido algo de lo que hablar! Entonces vuelvan a compartir sus esperanzas, pensamientos, sentimientos y sueños, igual que una cita... como en los viejos tiempos.
  4. Cada 3-4 meses planea unas vacaciones. Al menos por una noche, idealmente dos. No tienen que ir lejos, podría ser registrarse en un hotel por una noche en su misma ciudad, o ir a un albergue en las montañas. De esta manera, estás lo suficientemente cerca para que si los chicos te necesitan puedas volver a casa, pero estás lo suficientemente lejos como para sentir que realmente te fuiste.
Agrega romance y mejora tu vida. Al final de cuentas, tú les entregas a tus hijos para que se vayan y construyan su propia vida, pero a tu pareja le entregas para que se quede contigo. Invierte ahora.
 Autor:L.Palatnik

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Aceptación en el matrimonio


La Aceptación es una necesidad fundamental para tener un matrimonio saludable!

La Aceptación es una de esas necesidades y significa entender que tu cónyuge tiene una identidad propia que esta determinada por su temperamento, su cultura, su educación y el medio ambiente en el que se desarrolló, entre otras.

Todos los seres humanos tenemos la necesidad de sentirnos aceptados.Lo contrario es el rechazo e implica una manifestación de no aceptación que genera juicio, crítica, malestar, enojo, resentimiento y baja autoestima.

En el matrimonio ambos deben aceptarse tal como son con sus virtudes y defectos.

A partir de la aceptación mutua, se puede y se debe trabajar para mejorar ayudándose mutuamente.
 
Muchos cónyuges no recibieron esta manifestación de amor en sus hogares y se sintieron rechazados por alguno de sus padres y muchas veces por los dos, aunque de manera generalmente inconsciente.

No obstante esta falta de aceptación la arrastran al matrimonio. Al inicio de la vida conyugal no se manifiesta por cuanto en la etapa del enamoramiento si se sienten aceptados. El problema sale a la luz cuando pasada esa etapa comienzan las quejas, las actitudes despectivas, la indiferencia y las ofensas.

En el matrimonio es completamente normal que los cónyuges sean diferentes o muy diferentes. Lo contrario es poco común, ya que en las relaciones de pareja ocurre lo mismo que en las leyes de la física, polos opuestos se atraen y polos iguales se repelen.

La idea es que sean complementarios.
 
Entonces los cónyuges deben entender que en la relación matrimonial cada uno tiene que aportar sus dones y virtudes que van a ayudar a su cónyuge y viceversa. Siempre hay un cónyuge más activo que el otro y siempre hay uno más pasivo que el otro. Entonces el más activo debe entender que ese será uno de sus aportes al matrimonio de por vida y a su cónyuge probablemente le tocará activar la paz.

Colosenses 3: 12-15: Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Sobre todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.


Para disfrutar de un matrimonio saludable es imprescindible que nos aceptemos mutuamente y trabajemos cada uno por nuestra parte para que nuestra respuesta a las actitudes de nuestro cónyuge que nos molestan, sean bondadosas, humildes y pacientes. Y por otro lado entender que nuestras fortalezas son nuestro aporte al matrimonio y nuestras debilidades son las que necesitamos que nuestro cónyuge nos ayude a manejar.

Tómese unos minutos para meditar en esta enseñanza y luego siéntese a hablar con su cónyuge acerca de las fortalezas y debilidades de cada uno y como se pueden complementar para ayudarse mutuamente y lograr tener un matrimonio saludable y agradable.

Tu matrimonio y tu familia es el tesoro mas valioso que Dios te ha dado. Cuídalo!

Luis y Hannia Fernandez

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¿FELIZ O AMARGAMENTE CASADOS?


La amargura en el matrimonio es muy común. Cientos de matrimonios que comienzan llenos de felicidad, al cabo de un tiempo terminan separados, con una experiencia muy amarga. Sin embargo, no quiero focalizar la atención sobre ellos, sino sobre aquellos que se atrevieron a continuar, pero que en el transcurso de los años han visto sus vidas deterioradas por una constante tensión.
La vida matrimonial la componen dos personas que deciden amarse para toda la vida. En esta relación, cuando uno de los dos equivoca el camino mostrando su faceta más egoísta, hace que la otra parte experimente el dolor de la amargura.
¿Qué es la amargura?
¿Qué es la amargura? Según se describe, se asemeja a puntadas en el corazón. Es una molestia permanente. Un sentimiento de incomodidad y desagrado. Un estado emocional en el cual la persona (el cónyuge) siente que no hay nada más que hacer. La angustia, la tristeza, la impotencia, el dolor, la resignación han llegado a un punto máximo en el cual no hay salida. Es un punto muerto, de soledad y vacío. Es un pozo oscuro en el interior del alma, donde sólo existe dolor. Emociones, pensamientos y voluntad son impregnados de un horrible sabor.
Todos en algún momento hemos sentido en mayor o menor grado amargura; es parte de nuestra humana naturaleza. Pedro, el discípulo de Jesús, experimentó en su carne la amargura; sufrió al considerar su deplorable conducta. Frente al dolor del fracaso, lloró amargamente (Lc. 22:62). Pero albergar raíces de amarguras, esto sí es un problema serio. Tan serio que tiene graves consecuencias, especialmente en la vida espiritual. La amargura, al permanecer, ocupa un lugar en el corazón y se extiende estorbando la operación de la gracia de Dios en la vida del creyente. Por esta causa somos exhortados en la epístola a los Hebreos diciendo: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe y por ella muchos sean contaminados” (Heb. 12:15).
Piensen un momento en lo vasto de la gracia Dios. Dios es abundante en gracia, pero ésta puede ser entorpecida en un corazón que cultiva raíces de amargura.
De allí que también Pablo, en la carta a los Efesios, advierte este problema y exhorta a los hermanos diciendo: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Ef.4:31).
Una mala elaboración de lo que ocurre en el matrimonio hará que el corazón dé lugar a un sentimiento inapropiado, y pasado el tiempo corre el riesgo de convertirse en una raíz.
Características de la amargura
La amargura tiene tres características que la hacen ser muy perjudicial en la vida de los esposos creyentes.
Primero, tiene un sustento racional lógico. Es decir, lo que ocurrió efectivamente es real y racionalmente explicable. Tu mente se armará de un constructo racional que explicará lo que ocurrió, validando tu sentimiento al dolor y dejándote esclavo de dicha situación. De esta manera, la amargura se fortalece sustentada en una explicación racional, de hechos o circunstancias, en los cuales hará que te ubiques en una posición de víctima. Por lo tanto, tus pensamientos dirán: “Él (o ella ) fue quien pecó; yo soy inocente”; “Él (o ella) voluntariamente lo hizo; no es suficiente que me pida perdón”, etc.
Segundo, quien haga de oyente a la explicación de tu amargura, te encontrará la razón. De manera que si un hermano te escucha, lo más probable es que termine pensando: “Pobrecita(o), la(o) compadezco”; “No me gustaría estar en su pellejo”; “Qué tremenda prueba”; “Tiene toda la razón”, etc.
Tercero, ningún oyente se atreverá a cuestionar tu relato, pues si se atreve a contradecir tu argumento, corre el gran riesgo de ser catalogado como inmisericordioso, mal amigo(a), mal hermano(a) y falto de amor cristiano.
¿Se dan cuenta lo perjudicial que es llenarse de amargura? Es una prisión interna, del corazón, donde no hay lugar para nadie más que para tu dolor. Efectivamente, es ser esclavo de sí mismo, una sutil trampa en la cual los esposos se dejan embaucar, y luego, sin darse cuenta, están atestados de amargura, la que traerá consigo enojo, gritería, y maledicencia. (Ef. 4:31).
Las amigas de la amargura
Ahora bien, como si esto fuera poco, existen por lo menos tres sentimientos asociados, que son como amigas de la amargura, y que participan activamente del proceso.
La primera es la autocompasión. Este sentimiento es, en otras palabras, sentirse víctima de los demás. El cristiano comienza a poner los ojos en sí mismo y en el dolor que le embarga, acarreando una suerte de sentimientos hacia sí, de conmiseración, de compasión. Como si el centro de la atención de todo el universo fuese él (o ella). Entonces los pensamientos te dirán: “Pobrecito de mí”, “Siempre me pasa lo mismo”, “Tengo el cielo ganado por sufrir tanto”, “Él (ella) tiene que venir a pedirme perdón”, “Yo no hice nada malo”, etc.
La segunda es el resentimiento. La memoria juega una muy mala pasada, puesto que se activa poderosamente en volver a recordar, y por lo tanto a revivir, lo ocurrido. Una y otra ves se ‘re-siente’ todo lo que se vivió en aquella ocasión. Algo así como una memoria de elefante viene súbitamente para recordar aún los detalles más escondidos de la situación, trayéndolos a colación una y otra vez. Como rumiando, masticando la amargura y extrayendo de ella todo su amargo sabor. De manera que en cada discusión o desacuerdo sacarás una y otra vez el episodio que tanto te duele, enrostran-dolo a tu esposo(a).
La tercera es la paranoia. Este es un estado afectivo en el cual se comienza a interpretar la realidad de acuerdo a tu subjetividad, donde se siente que todos se han confabulado en contra de tu persona. Toda la realidad pasa por el filtro de lo ocurrido; por lo tanto, todos participan, de una u otra manera –coludidos– planeando tu destrucción. Así, un esposo(a) celoso comenzará a interpretar las llamadas telefónicas, los saludos de los hermanos(as), las salidas de compra, los horarios, los ruidos, las amistades, etc. ¡Qué tragedia! Todo esto parece una invención, pero lamentablemente es parte de nuestra humanidad.
Ahora, por un momento, piensen en las tres características antes señaladas de la amargura, súmenle sus tres grandes amigas colaborando activamente. Y pregúntense: ¿habrá lugar para la gracia de Dios?
La amargura no sólo impedirá alcanzar la gracia de Dios en tu interior, sino que todos los que estén afuera serán contaminados, especialmente tus hijos, pues de la abundancia del corazón habla la boca. Cuando ha llegado a afectar tu hablar significa que la amargura comenzó a tomar forma en tu interior. De modo que tus pensamientos irán trabajando a favor de sentimientos amargos, y pronto tu voluntad asumirá una postura frente a la vida, una actitud de desprecio por ciertas personas, especialmente por quien es el causante de tu dolor. Así toda el alma será presa de sí misma.
Posteriormente, tu vida espiritual comenzará a ser afectada, ya no podrás orar tranquilo, ni leer las Escrituras. Te comenzará a molestar la comunión con los hermanos. La vida espiritual matrimonial te disgustará, encontrarás hipócrita a tu cónyuge, perderás cada vez más el gozo de ser esposo(a), y por último, también el gozo de la salvación.
Y como si esto fuese poco, siendo el ser una sola unidad, (espíritu, alma y cuerpo), tu cuerpo también se verá afectado, recibiendo, como último eslabón, el efecto pernicioso de la amargura. Somatizarás enfermedades y dolores difíciles de diagnosticar, que acarrearán una calidad de vida cada vez más pobre y deteriorada. Como, por ejemplo, en la carta de Santiago se exhorta a algunos hermanos que están enfermos a sanarse, llamando a los ancianos de la Iglesia, confesando sus faltas, y perdonándose unos a otros ¿No será que estos enfermos han llegado a este estado por tener raíces de amarguras acumuladas en contra de los hermanos ancianos? (Stgo.5:14-18).
¡Qué triste cuadro, qué penoso llegar a esta condición! Todo por la actitud del corazón.
La necesidad de perdón
¿Querrá Dios vernos llegar a tal estado? Claro que no. Por eso el remedio es uno solo. Para ser libres de toda esta trampa en la cual el corazón se ha entregado, el perdón es el remedio al corazón que sufre de dolor.
El perdón es un acto simple y sencillo, pero es imposible para la carne. La carne se resiste del todo al perdón y clama por una justicia no según Dios, sino de castigo y venganza.
Un corazón así, primero necesita ser perdonado y luego perdonar. Un esposo(a) cristiano debe reconocer que la posición de su corazón ha estado equivocada, por lo que necesita liberarse de sí mismo y recibir la frescura del perdón. Pedir perdón a Dios por lo equivocado de su corazón. Someter los razonamientos al examen de la Palabra, la cual discernirá los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hb. 4:12). Pedir perdón a Dios verdaderamente te hará libre.
Una vez teniendo clara conciencia de tu pecado –aún tu oración muchas veces ha estado teñida de tu egoísmo– estás libre por Cristo para perdonar. Tal vez alguien diga: “Es que yo no puedo perdonar”, y la respuesta ante eso es: “Efectivamente, no puedes perdonar”. Por eso es que necesitas a Cristo; en Él se nos ha dado una vida diferente, la vida eterna por medio de la cual somos vencedores.
Cristo es nuestro perdón, y es también quien perdona. La vida de Cristo opera a través de la nuestra, ofreciendo el perdón a quien, incluso –según nuestro perturbado juicio– no lo merece. Así de grande es la bendita obra de Cristo. Haz un cambio en tu oración. No ores más: “Padre, ayúdame a perdonar”, sino “Padre, dame más de Cristo”.

Marcelo Díaz P.

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MEJORA TU MATRIMONIO

Te quiero dar una herramienta garantizada que mejorará drásticamente tu matrimonio en una semana.
Tanto tú como tu esposa deben comprometerse a hacer lo siguiente: No causen dolor, den placer.
Después de años en terapia con parejas y estar casado por veinte años, creo que la clave del matrimonio se basa en este principio. Pero ¿acaso puede ser tan fácil? No tengo ninguna duda de que la respuesta es… "¡Sí!"
Entonces si es tan fácil ¿por qué nadie lo hace? Debería ser fácil – dejar de causar dolor y darse placer el uno al otro, ¿verdad?
He aquí algunas razones por las cuales mucha gente no está aplicando este principio.


Primero que nada, la mayoría de estas parejas no están conscientes de este principio
Hay tanto escrito sobre el tema de relaciones, que todo suena como si fuera complicado. De hecho, hacer las cosas más complicadas de lo que son es un problema básico de la naturaleza humana.
La vida es mucho más simple de lo que pensamos. Sólo que la hacemos mucho más difícil de lo que tiene que ser.


Segundo, aplicar esta herramienta requiere esfuerzo consciente y mucho trabajo.
Otro aspecto de la naturaleza humana es que a la gente no le gusta el dolor. Sin embargo, cuando se trata de la construcción de un matrimonio uno debe estar dispuesto a aceptar mucho dolor.
La gente comúnmente dice que tienes que trabajar en tu matrimonio, pero la mayoría de la gente no sabe lo que eso significa.
Te puedo prometer al menos una cosa: si tú y tu esposa se comprometen a trabajar con esto, los dos llegarán a entender el significado de "trabajar en una relación".
Tercero, para aplicar esta herramienta exitosamente tienes que querer dar en lugar de tomar. El matrimonio es una gran prueba. Una persona que da es aquella que está comprometida a minimizar el hecho de causar dolor y a maximizar el hecho de dar placer. Según esta definición, ¿eres una persona que da?
Si quieres darte cuenta rápidamente, trata de aplicar esta fórmula durante una semana y ve cómo te va. Para ponerla en práctica, he aquí algunas sugerencias prácticas. Primero para no infligir dolor y segundo para dar más placer.

Como No Infligir Dolor

• En general, chequea la manera en la que le hablas a tu pareja y no dejen ninguno de los dos que se les salga cualquier comentario que sea doloroso o poco amable. Hazlo evidente inmediatamente. No debes aceptar nunca ninguna forma de trato abusivo.
• No hables sin respeto. No seas un patrón, no des órdenes, demandas o seas rudo/a. A veces creemos que por haber tenido un mal día o porque estamos bajo mucha presión, tenemos derecho a descargarnos con nuestras parejas. Trata de detectar la próxima vez que sientas que serás rudo o demandante, y recuerda callarte la boca hasta que puedas hablar bonito.
• Ten cuidado con tu tono de voz. Si le hablas a tu pareja con irritación o enojo en tu voz, le estarás causando dolor.
• No critiques, denigres o ridiculices. Nunca avergüences a tu esposa/o en público.
• Si le debes dar a tu esposa/o una "crítica constructiva" no lo hagas en el mismo momento, espera dos días antes de decirlo para que estés seguro de que no lo estás diciendo con enojo o con un mal tono de voz.
• Cuida tus expresiones faciales. ¡Las miradas matan!

Como Dar Placer

• Lo que es increíble es que la mayoría de las parejas no tienen idea de lo que les gusta o no a sus parejas. Entonces siéntate con tu pareja y haz una lista de todas las cosas que le dan placer y realiza una de esas cosas diariamente.
• Sonríanse el uno al otro. Te asombrarás al ver cuánto placer se pueden dar el uno al otro al estar conscientes de sonreír lo más posible.
• Antes de decir o hacer algo, pregúntate: ¿Esto me acercará a mi pareja o nos alejará más? Si te acercará hazlo, si te alejará no lo hagas.
• Siempre pregunta, "¿Qué puedo hacer por ti?". Busquen maneras de ayudarse el uno al otro. Siempre estén ahí para el otro. Abre la boca y pregunta, y seguro que no perderás oportunidades para ayudar.
• Ten una reunión de honestidad una vez al mes. Díganse el uno al otro cómo van tanto en el departamento del dolor como en el del placer. El objetivo es obtener retroalimentación para que puedan mejorar constantemente.
Por último, es crucial que cada día te vuelvas a comprometer con el objetivo de dar placer y no causar dolor. ¡Los grandes matrimonios se crean día a día!

Autor: D. Heller

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