HOMBRE Y MUJER, ASI NOS HIZO DIOS.



Durante la ceremonia de matrimonio judía, siete bendiciones son recitadas sobre la novia y el novio. La última establece:

“Bendito eres Tú, Eterno, Dios nuestro, soberano del universo, que ha creado regocijo y alegría, novio y novia, júbilo, canto alegre, dicha, delicia, amor y hermandad, paz y amistad”.

Las palabras de esta bendición siempre me han golpeado por su significado particular, porque cuando se recita se está diciendo que “la novia y el novio” y “el placer entre ellos” son una creación especial.

De hecho, el fenómeno de un novio y una novia es un milagro. No tiene sentido lógico que un hombre y una mujer, quienes son tan diferentes, deseen compartir una causa común y pasar el resto de sus vidas juntos. Es sólo la creación de Dios lo que nos obliga a hacerlo.

Por lo tanto, en nuestras interacciones diarias, requiere trabajo y perspicacia mantener el milagro con vida. Tenemos que reconocer y entender las diferencias entre hombre y mujer y ajustar nuestras expectativas consecuentemente.

Nos casamos con opuestos

El hombre no quiere casarse con sus compañeros de estudios o de equipo. La mujer no quiere casarse con sus mejores amigas. Nos casamos con un miembro del sexo opuesto. “Opuesto” es la palabra clave.

Antes de que Eva fuera creada, Dios dijo “No es bueno que el hombre esté solo. Haré para el un ezer kenegdo, (una ayuda en su contra)”. Dios creó muchas criaturas diferentes pero Adan no encontró una ayuda entre ellas. Y entonces, Dios creó a la mujer.

No es que Adan no podía desarrollar algún tipo de afecto y lealtad con otra de las criaturas que Dios creó.

No es que Adan no podía desarrollar algún tipo de afecto y lealtad con otra de las criaturas que Dios creó.
Es que no había otro ser para quien el hecho de dar, fuera significativo, para quien el dar requiriera vulnerabilidad y apertura, un profundo nivel de compromiso y afecto, para quien la relación demandara buscar profundamente dentro para descubrir una buena fuente de paciencia y entendimiento.

No había otra criatura que requiriera ese nivel de crecimiento personal necesario para que dos opuestos puedieran vivir juntos en armonía.

Potencial para destruir

El potencial para crecer con un compañero que es opuesto es tremendo. Pero debido a las diferencias de naturaleza de hombre y mujer, y debido a la intimidad de su relación, el potencial de destrucción y dolor también es tremendo.

El saber que existen algunas diferencias naturales de género, puede ayudar a evitar mucha angustia.

Mas allá de evitar conflictos, el objetivo principal es apreciar la perspectiva particular de tu pareja y aprender de ello, incorporándolo a tu propio punto de vista y volviéndote un ser humano completo en el proceso.

Destaquemos algunos posibles puntos de choque:

Los hombres se apegan al “hablar-informar” y las mujeres al “hablar-conectar”. Los objetivos son muy diferentes. Las mujeres están tratando de establecer y nutrir sus relaciones, mientras que los hombres están frecuentemente tratando de transmitir hechos o resolver problemas.

«Cuando David y Sara recién se casaron, David frecuentemente dejaba la habitación en silencio al final de una conversación. Dolida y sorprendida, Sara lo confrontó. David estaba sorprendido por ello. “Salí de la habitación porque no tenia nada mas que decir. Así es como siempre hago en la oficina”.
David no entendió que la conversación con Sara no era un vehículo para obtener información, sino una oportunidad de acercarse.
David no entendió que la conversación con Sara no era un vehículo para obtener información (una enciclopedia e Internet funcionan muchísimo mejor) sino una oportunidad para obtener mayor cercanía.»

Otro ejemplo frecuentemente citado es que la mujer generalmente agrega a la conversación algunos sonidos (“mm-mmm”, “uh-huh”, o “entiendo”), mientras que el hombre permanece en silencio. La que recibe nada como respuesta se siente no escuchada y consecuentemente no amada, nada de lo cual es probablemente verdad. Es una cuestión de entender patrones y estilos diferentes.

Posibles Obstáculos

Otros posibles obstáculos son las diferentes estrategias de hombres y mujeres:

A los hombres les gusta resguardarse en sus “cuevas” , y a las mujeres les gusta hablar. Ya aparece en el lugar una dinámica problemática. No hay nada más frustrante para una mujer que quiere hablar que el hombre se retraiga a su cueva, figurativa y literalmente. Y viceversa, un hombre que necesita paz y tranquilidad y soledad para desarrollarse, no aceptará amablemente las repetidas interrupciones de su esposa. Ella puede tener buenas intenciones, asumiendo que él quiere hablar. Pero él no quiere. Él no es como ella. Él quiere que lo dejen solo.

Al final del día, el hombre quiere relajarse en la cama con un buen libro. Su esposa, se acomoda a su lado y hace lo mismo. Pero para ella cada idea en el libro le recuerda cada cosa que quiere discutir con el y no vacila en traer cada punto, encantada con esta oportunidad de intimidad a la hora de acostarse.

Pero el tuvo un día duro en el trabajo y estaba buscando llegar a su tranquilo escape al final del día. Después de repetidas interrupciones, y ahora completamente distraído,el cierra el libro con frustración. Ellos necesitan entender las particulares necesidades de su pareja y trabajar comprometiéndose antes de llegar a la enajenación, cuando el daño ya está hecho.

Cuidarse mutuamente es clave

Los hombres necesitan saber que sus esposas los respetan. Las mujeres necesitan saber que sus esposos las aman. Lo importante es que ambas partes necesitan vocalizar sus sentimientos. Una mujer no debería preguntar después de 25 años de casada “¿Tú me amas?” Un hombre debería encontrar oportunidades para expresar su cariño en palabras, regalos, entendiendo que la mujer necesita demostraciones de afecto tangibles.

El hombre necesita escuchar que su mujer piensa que él es el mejor. Siempre recomiendo a las novias hacer una lista de todas las cualidades maravillosas por las que se sienten atraídas por sus futuros esposos. Apégate a la lista. En tiempos de tensión va a recordarte lo bueno. Nos ayuda a enfocarnos en el noble corazón del hombre con quien nos casamos.

Todos necesitamos ser sensibles con las necesidades de nuestras parejas, y recordar que ellas no son exactamente igual a nosotros.

Todos necesitamos ser sensibles con las necesidades de nuestras parejas, quienes no necesariamente son reflejos de nosotros mismos.

Sólo a través de respeto mutuo, a través de apreciación de nuestras diferencias y a través del deseo de crecer a través de ellas seremos capaces de construir un hogar armonioso que reúna la enorme energía de un hombre y una mujer trabajando juntos.

Adaptado del original de E. Braverman

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