¿JUSTIFICAR O PERDONAR?
Es muy difícil convivir con una persona y nunca ofenderla, especialmente en la relación conyugal, debido a que estamos muy próximos el uno del otro y tenemos personalidades y puntos de vista distintos, es muy fácil ofendernos mutuamente. Pero, si las ofensas no son tratadas, se acumularán hasta volverse una barrera tan alta como una montaña.
Ofender al cónyuge o sentirse ofendido por alguna cosa que él o ella hizo o dijo, no es algo sin importancia y debe ser resuelto con la mayor brevedad.
En la conocida oración del "Padre Nuestro", somos enseñados por el Señor a pedir perdón por nuestras deudas y a perdonar a nuestros deudores (Mt. 6:12).
Pedir perdón y perdonar son dos "explosivos" eficientes para destruir las barreras que aparecen en el matrimonio. Pero para "detonarlos", necesitamos que el Señor nos dé la gracia.
Si ofendemos a la persona amada, debemos ir a ella arrepentidos y pedirle perdón. Si somos ofendidos necesitamos perdonar de corazón y no tocar más el asunto. En las dos situaciones, necesitamos aproximarnos a Dios, pues, debido a que somos orgullosos, dificilmente reconocemos nuestros errores.
En el matrimonio, a medida que el tiempo pasa, nos volvemos exigentes, y por esa razón tenemos muchas dificultades para perdonar. ¿Pero quién de nosotros no cometió varias veces los mismos errores y fue perdonado por Dios todas las veces que se arrepintió?
Por eso Jesús dijo: "Mas si no perdonais a los hombres las ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas". ¿Por tanto, no se justifique, pida perdón! ¡No guarde las ofensas recibidas, perdone!
Ofender al cónyuge o sentirse ofendido por alguna cosa que él o ella hizo o dijo, no es algo sin importancia y debe ser resuelto con la mayor brevedad.
En la conocida oración del "Padre Nuestro", somos enseñados por el Señor a pedir perdón por nuestras deudas y a perdonar a nuestros deudores (Mt. 6:12).
Pedir perdón y perdonar son dos "explosivos" eficientes para destruir las barreras que aparecen en el matrimonio. Pero para "detonarlos", necesitamos que el Señor nos dé la gracia.
Si ofendemos a la persona amada, debemos ir a ella arrepentidos y pedirle perdón. Si somos ofendidos necesitamos perdonar de corazón y no tocar más el asunto. En las dos situaciones, necesitamos aproximarnos a Dios, pues, debido a que somos orgullosos, dificilmente reconocemos nuestros errores.
En el matrimonio, a medida que el tiempo pasa, nos volvemos exigentes, y por esa razón tenemos muchas dificultades para perdonar. ¿Pero quién de nosotros no cometió varias veces los mismos errores y fue perdonado por Dios todas las veces que se arrepintió?
Por eso Jesús dijo: "Mas si no perdonais a los hombres las ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas". ¿Por tanto, no se justifique, pida perdón! ¡No guarde las ofensas recibidas, perdone!